2020 es el año que nunca esperábamos vivir.
2020, como todos los bisiestos, ha traído su singularidad con él y nos ha arrastrado con ella.
El año de las mascarillas y del gel hidroalcohólico, el de los aplausos y las clases canceladas, el de la soledad de nuestros mayores, el de las residencias, los hospitales y el colapso sanitario, el año de las palabras confinamiento, cuarentena y pandemia.
2020 es el año en el que se repartieron «tortas como panes» sin saber de dónde nos venían, el de la gran crisis económica convertida en una ola excesiva que ha arrasado miles de hogares.
Es el año de la ciencia y de la evidencia científica, de las VACUNAS, QUE SALVAN VIDAS y que han cambiado el curso de la humanidad.
Es el año en el que se cerró un país y en el que se apagaron las luces del tráfico aéreo.
El año en el que se apagó mi abuelo.
El que nos trajo a Nicolás.
Este blog ha estado parado, y aunque la realidad alrededor es algo deforme y triste, seguimos creyendo en la magia de los libros y en seguir animándoos a la lectura, porque rendirse es perder y en esta contienda contra el virus tenemos pensado RESISTIR Y GANAR.
Así que, con todo y con toda la ilusión del mundo…
¡iniciamos nueva etapa!
Correqueteleo.
1 Comment
Mamen
17 diciembre, 2020 at 8:01 pmQue bonita reflexion , resulta curioso que diga bonita, en un año de perdidas y vidas nuevas.
Seguiremos siendo resilentes y empezaremos de nuevo.